Dice Mitchell que las imágenes son como organismos vivos: “Los organismos vivos se describen mejor como cosas que tienen deseos (por ejemplo, apetitos, necesidades, demandas, impulsos), por lo tanto la cuestión de qué quieren las imágenes es inevitable” de allí que el poder que en ellas reside sea plausible de ser explorado desde indagaciones orgánicas. Hablar de formas de iconoclasia, de guerra de imagenes o de idolatría crítica, significa, en principio, reconocer que las imágenes determinan la aparición de nuevas imágenes. Una imagen puede germinar, emerger, respirar, beber, bifurcar y movilizar otras imágenes. La imagen nutre y descompone, canaliza, codifica, teje y convoca nuevas imágenes. Una imagen puede devenir en imagen y reclamar no hacerlo. Nosotros, como organismos ya presos de una imagen (la enunciación de sabernos diferente de algo concebido como inerte, por ejemplo), devenimos en una representación activa e igualmente infinita de imágenes. ¿Cómo enfrentar esta posibilidad de socavar fuerzas reprimidas y contenidas sabiendonos también imagen?, tal vez sea esta una pregunta que ayude a entender lo que creo que pretende recoger una enunciación de tipo criatura-imagen.
Dice Mitchell que las imágenes son como organismos vivos: “Los organismos vivos se describen mejor como cosas que tienen deseos (por ejemplo, apetitos, necesidades, demandas, impulsos), por lo tanto la cuestión de qué quieren las imágenes es inevitable” de allí que el poder que en ellas reside sea plausible de ser explorado desde indagaciones orgánicas. Hablar de formas de iconoclasia, de guerra de imagenes o de idolatría crítica, significa, en principio, reconocer que las imágenes determinan la aparición de nuevas imágenes. Una imagen puede germinar, emerger, respirar, beber, bifurcar y movilizar otras imágenes. La imagen nutre y descompone, canaliza, codifica, teje y convoca nuevas imágenes. Una imagen puede devenir en imagen y reclamar no hacerlo. Nosotros, como organismos ya presos de una imagen (la enunciación de sabernos diferente de algo concebido como inerte, por ejemplo), devenimos en una representación activa e igualmente infinita de imágenes. ¿Cómo enfrentar esta posibilidad de socavar fuerzas reprimidas y contenidas sabiendonos también imagen?, tal vez sea esta una pregunta que ayude a entender lo que creo que pretende recoger una enunciación de tipo criatura-imagen.
Dice Mitchell que las imágenes son como organismos vivos: “Los organismos vivos se describen mejor como cosas que tienen deseos (por ejemplo, apetitos, necesidades, demandas, impulsos), por lo tanto la cuestión de qué quieren las imágenes es inevitable” de allí que el poder que en ellas reside sea plausible de ser explorado desde indagaciones orgánicas. Hablar de formas de iconoclasia, de guerra de imagenes o de idolatría crítica, significa, en principio, reconocer que las imágenes determinan la aparición de nuevas imágenes. Una imagen puede germinar, emerger, respirar, beber, bifurcar y movilizar otras imágenes. La imagen nutre y descompone, canaliza, codifica, teje y convoca nuevas imágenes. Una imagen puede devenir en imagen y reclamar no hacerlo. Nosotros, como organismos ya presos de una imagen (la enunciación de sabernos diferente de algo concebido como inerte, por ejemplo), devenimos en una representación activa e igualmente infinita de imágenes. ¿Cómo enfrentar esta posibilidad de socavar fuerzas reprimidas y contenidas sabiendonos también imagen?, tal vez sea esta una pregunta que ayude a entender lo que creo que pretende recoger una enunciación de tipo criatura-imagen.
Dice Mitchell que las imágenes son como organismos vivos: “Los organismos vivos se describen mejor como cosas que tienen deseos (por ejemplo, apetitos, necesidades, demandas, impulsos), por lo tanto la cuestión de qué quieren las imágenes es inevitable” de allí que el poder que en ellas reside sea plausible de ser explorado desde indagaciones orgánicas. Hablar de formas de iconoclasia, de guerra de imagenes o de idolatría crítica, significa, en principio, reconocer que las imágenes determinan la aparición de nuevas imágenes. Una imagen puede germinar, emerger, respirar, beber, bifurcar y movilizar otras imágenes. La imagen nutre y descompone, canaliza, codifica, teje y convoca nuevas imágenes. Una imagen puede devenir en imagen y reclamar no hacerlo. Nosotros, como organismos ya presos de una imagen (la enunciación de sabernos diferente de algo concebido como inerte, por ejemplo), devenimos en una representación activa e igualmente infinita de imágenes. ¿Cómo enfrentar esta posibilidad de socavar fuerzas reprimidas y contenidas sabiendonos también imagen?, tal vez sea esta una pregunta que ayude a entender lo que creo que pretende recoger una enunciación de tipo criatura-imagen.